Según el factor que tengamos en cuenta hay muchos tipos de vendimia, pero si nos fijamos únicamente en el método de recogida de la uva, existen dos tipos: la manual y la mecanizada.
La decisión de optar por uno u otro método dependerá de una serie de parámetros, entre los cuales figuran cómo está plantada la viña, la disponibilidad y coste de la mano de obra, la topografía del terreno, las condiciones del tiempo, variedad de de uva y las opciones relacionadas con la vinificación. Sin embargo, hay que dejar claro que los vinos de calidad superior pueden ser elaborados tanto a partir de uvas vendimiadas de forma mecánica como a partir de uvas vendimiadas a mano.
Vendimia manual
Es realizada por cuadrillas de vendimiadores compuestas por un capataz, porteadores y cortadores. Estos últimos seleccionan y cortan a mano uno a uno los racimos de uvas utilizando unas tijeras especiales o unas navajas con la hoja curvada, llamadas tranchetes.
Es más lenta y requiere de mucha más mano de obra que la vendimia mecanizada. En general, los cortadores y los porteadores se alternan y llegan a vendimiar entre 800 y 2200 kilos de uva por persona y jornada, que suele ser de 8 o 9 horas. Aunque esto varía en función del terreno, de la producción y del tipo de recursos que tengan a su disposición. Es la más costosa, en términos de esfuerzo y precio, y requiere cierta cualificación de los vendimiadores.
Una de las ventajas de la vendimia manual es que permite hacer la selección de las uvas en la viña; las uvas en mal estado o no maduras se pueden dejar en la vid. Por esta razón, la vendimia manual es esencial en el caso de las uvas afectadas por la podredumbre noble, ya que puede haber racimos afectados y otros no. Además, el nivel de podredumbre puede variar entre los racimos e incluso entre las bayas de un mismo racimo. Todo ello obliga a una selección cuidadosa, por lo que es muy importante disponer de una buena cuadrilla de vendimiadores que sean capaces de clasificar (siempre bajo el criterio del viticultor o enólogo) qué racimos son aptos y cuáles no para elaborar un determinado vino.
En la vendimia manual las uvas tienden a sufrir menos daño y pueden protegerse aún más si se transportan en cajas apilables y poco profundas.
A diferencia de la vendimia mecánica, en la vendimia manual los raspones se conservan. Esto permite obtener racimos enteros e intactos que, en la elaboración de vinos blancos, al ser prensados, pueden producir un mosto muy limpio y puro, y que, en la elaboración de vinos tintos, son esenciales cuando se requieren fermentar los racimos enteros.
Por último, la vendimia manual es la única opción cuando se trata de viñas situadas en pendientes pronunciadas, como es el caso de las viñas de Ribeira Sacra, en España, las de Mosela, en Alemania, y las del norte del Ródano, en Francia, cuando tienen conducción en vaso o son fincas de extensión reducida.
Vendimia mecánica
Para llevarla a cabo son necesarias las máquinas vendimiadoras, que poseen una estructura en forma de túnel lo que les permite recorrer las líneas del viñedo (que debe tener conducción en espaldera). Pasan por encima de las cepas sacudiendo sus pies, lo que produce una vibración de las plantas y en consecuencia la caída de los granos de uva a unos contenedores para su traslado a bodega. No recogen los raspones, éstos se mantienen unidos a la cepa, por lo que no se pueden utilizar para recoger uvas destinadas a elaborar estilos de vino que requieren de los racimos enteros, como es el caso del Beaujolais o cualquier otro vino elaborado mediante maceración carbónica.
Las máquinas no son selectivas, por lo que a menudo recogen algunas uvas que no están en buen estado sanitario, que no están maduras o que están dañadas, así como trozos de hojas e insectos. Esto no tiene por qué ser un problema, ya que los elementos no deseados se podrán eliminar cuando las uvas lleguen a la bodega durante el proceso de selección.
Otros factores a tener en cuenta son la topografía del terreno, ya que las máquinas vendimiadoras sólo se pueden utilizar en terrenos planos o con una ligera pendiente, y la variedad de uva, son más adecuadas para variedades cuyas uvas no se dañan fácilmente y que se sueltan con facilidad de los raspones, de lo contrario hay muchas posibilidades de que las uvas se rompan, se libere mosto y éste comience a fermentar de forma incontrolada, por eso es habitual que las bodegas decidan vendimiar mecánicamente por la noche, con el fin de aprovechar las bajas temperaturas, así la uva llega a la bodega lo más intacta posible y a una temperatura más fresca, lo que además supone un ahorro económico y energético necesarios para bajar la temperatura de las uvas antes de la fermentación, además de ralentizar el proceso de oxidación, lo que podría originar sabores desagradables.
Una de las ventajas de la vendimia mecanizada es la velocidad. Esto puede ser esencial cuando la cosecha se ve amenazada por el mal tiempo, o en el caso de determinadas variedades como, por ejemplo, la Sauvignon Blanc, que pasa de madura a sobremadura muy rápidamente, en ambos supuestos será necesario llevar a cabo una recogida de la uva en un breve espacio de tiempo para que la cosecha no se pierda, conseguir esa celeridad con mano de obra es algo impensable, pues supondría un gasto enorme para las bodegas. Con este sistema se pueden recoger entre 3000 – 4000 kilos de uva a la hora, tardando entre 1,5 a 2 horas por hectárea y se puede trabajar 24 horas al día. Esto permite un ahorro económico entre un 30 y un 40% y además garantiza que la producción se está recogiendo en el momento óptimo de maduración de la uva.
Conclusión
Como ves, no existe un método perfecto en todos los aspectos para llevar a cabo la recogida de la uva, por lo que en bodega se debe llegar a un consenso para que, en función de todas las variables posibles, la vendimia tenga lugar de la forma más adecuada según el vino que se quiera elaborar. Una vez más, el estilo de vino que se quiera conseguir va a ser muy importante a la hora de tomar la decisión.
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